El Fuerte San Cristóbal y las iglesias centenarias, atractivos turísticos imperdibles en Gracias, Lempira
La recomendación del Gobierno de la República es que los hondureños en Semana Santa se queden en casa, pero si hacen turismo interno que sea respetando las medidas de bioseguridad.
Gracias, Lempira. Si usted quiere conocer una fortaleza con historia y vestigios de siglos pasados, iglesias centenarias y plazas donde tomarse un café mientras la quietud de la ciudad le invita a sumirse en una contagiosa tranquilidad, entonces es obligatorio que se dé una escapadita a Gracias, pero guardando siempre las medidas de bioseguridad para evitar una mayor propagación de la pandemia de covid-19.
Gracias, cabecera del departamento de Lempira, es hoy en día uno de los destinos turísticos que más llama la atención al reunir en poca extensión una diversidad de encantos y atractivos de visita obligada para los que aman el turismo. Y no hay que salir de la pequeña y quieta ciudad para contemplar las bellezas coloniales que la rodean.
La aventura la puede iniciar en el Fuerte San Cristóbal, ubicado muy cerca del bulevar Circunvalación y del centro de la ciudad. El precio del ingreso es accesible para los turistas: 5 lempiras para los residentes, 20 para los nacionales y 60 para los extranjeros.
En el Fuerte San Cristóbal, sitio histórico de Honduras, se encuentra la tumba del expresidente Juan Nepomuceno Fernández Lindo y Zelaya, además de contar con pinturas y obras en piedra que recuerdan el más puro arte lenca, mientras de sus costados se puede apreciar casi toda la ciudad.
Además, es una de las pocas fortalezas en la que desde un plano aéreo se puede apreciar su forma de estrella, como una variante arquitectónica única y original.
Un lugar limpio y acogedor
Patricia Díaz llegó a Gracias antes de iniciarse el feriado de Semana Santa para evitar las aglomeraciones de personas. Ella vive en Estados Unidos desde muy pequeña y este año volvió para hacer un tour turístico por las Ruinas de Copán hasta llegar a la Ciudad de los Confines.
“Es un lugar maravilloso; me gusta mucho su quietud, los lugares coloniales que tiene, y comprobé que todo es como dicen: un lugar acogedor, limpio y tranquilo”, dijo mientras con su hijo se aprestaba a hacerse una selfie en el parador fotográfico de la fortaleza.
Díaz viajaba en compañía de Luz Velásquez y Astor Ferrufino, quienes, pese a vivir en Atlántida, hicieron el viaje hasta el occidente del país para disfrutar de sus encantos.
Velásquez reconoció que, aunque tienen la posibilidad de disfrutar del mar y las playas en Atlántida, “decidimos venir a Copán Ruinas y Gracias por lo que hemos leído y escuchado, y realmente son lugares, como se dice, muy tranquilos, con historia y mucho por disfrutar”.
Ferrufino dijo sentirse atraído por la tranquilidad que se respira en Gracias, además de ser una ciudad pequeña, limpia y donde hay mucho por disfrutar, y refirió que aún le faltaba conocer el Parque Nacional Celaque, las aguas termales y el canopy de La Campa.
Tranquilidad y paz
También en el centro de la ciudad, a pie, los turistas pueden disfrutar de lugares callados, de relajamiento, mientras se degusta un café orgánico del occidente de Honduras.
La Placita San Sebastián es ese lugar que tiene espacio para sentarse en las bancas a conversar o simplemente a meditar, en medio de árboles legendarios que generan un ambiente fresco, mientras las casas con su estilo colonial reflejan el paso del imponente padre tiempo.
A menos de 50 metros está también la Casa Galeano, otra plaza natural, reconocida como un lugar histórico y que tiene una gran cantidad de plantas y árboles que invitan a respirar aire puro.
Esta plaza se puede visitar de lunes a domingo, de 8.00 de la mañana a 8.00 de la noche, y tenga por seguro que es un lugar de convivencia plena con la naturaleza.
Iglesias legendarias y un parque atractivo
La ciudad de Gracias, pese a ser un lugar pequeño en comparación a las grandes urbes, cuenta con tres iglesias que han visto pasar siglos y que permiten fomentar la religiosidad y las buenas costumbres.
La iglesia de San Marcos, contigua al parque central, es uno de esos atractivos para observar detenidamente, porque en su momento fue sede del Curado de Gracias, una división territorial eclesiástica, además de haber sido sede de la Real Audiencia de los Confines, un órgano corporativo de gobierno imperante en la época de la Colonia.
La fortificación sufrió severos daños durante el terremoto de 1915, pero se logró restaurar respetando su antiguo diseño y sobresale además porque en su interior reposan los restos del expresidente de Honduras José María Medina.
El gran atractivo de la iglesia lo complementa el parque central, que sobresale por su aspecto siempre limpio, en una zona que denota el diseño histórico de los pueblos con encanto, una multitud de casas de estilo colonial, mientras a sus alrededores no pueden pasar inadvertidas las edificaciones del antiguo centro penal (ahora funciona en la periferia de la ciudad) y la sede de la Alcaldía Municipal.
Y, como no podía faltar, uno de los sitios favoritos para los turistas que conocen de historia es la locación de la estatua del Indio Lempira, uno de los más renombrados próceres de Honduras, que se ubica a un costado del kiosco central de la plaza.
Iglesia de más de 400 años
A todos los atractivos anteriores se debe sumar el de la iglesia de La Merced, que se cree fue construida a mediados del siglo XVI, pero ya para 1714 se encontraba con serios daños, por lo que tuvo que ser reconstruida, según se puede leer en una de sus placas informativas.
La Merced se localiza a unas cuantas cuadras del parque central y la Alcaldía, y sobresale por ser una de las iglesias coloniales que fue restaurada hace más de 200 años luego de haber sufrido considerables daños en el terremoto de 1774.
Renán Guerra, uno de los encargados del cuidado de la pequeña iglesia, dice que siempre sobresale ante los ojos de turistas por su diseño, la calma que se respira, incluso en los predios aledaños, y por el hecho de ser considerada una de las iglesias más antiguas de Honduras y Centroamérica.
La tercera iglesia es la de Santa Lucía, en el barrio Mejicapa, camino a Monte Verde y a la entrada al Parque Celaque, que se muestra igual como un lugar acogedor para sus pobladores y visitantes.
Pamela Hernández, propietaria del Hotel San Sebastián, invitó a todos los hondureños a visitar la ciudad de Gracias “porque aquí hay mucho por disfrutar. Solo les pedimos que vengan respetando los protocolos de bioseguridad, porque aquí igual estamos listos para atenderlos como se merecen y con todos los protocolos que nos permitan evitar la propagación del coronavirus”.
En Gracias, todos los hoteles y establecimientos comerciales respetan los protocolos de bioseguridad y la ciudad es considerada por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo (Sinager) como uno de los destinos turísticos que cuentan con un plan detallado que busca evitar los contagios de covid-19.